viernes, 24 de mayo de 2013

Como fotos del desván, llenas de polvo (5)

No entiendo por qué tienes esas maneras tan extrañas. Tienes esos ojos marrones tan diferentes a los demás, esa mirada embrujada tan intensa que me adentro y me pierdo, hasta que vienes a buscarme. Tienes esos andares, ese silencio en el momento justo. Me encanta hablar con tu silencio, mientras tu mirada me susurra que siempre estarías a mi lado. No entiendo como eres capaz de comprenderme cuando nadie lo hace. No entiendo por qué a pesar de haberme equivocado diez mil millones de veces sigues aquí, a mi lado. No entiendo por qué no me dejas y te vas, te olvidas de mí y me haces daño: me lo merezco. No entiendo por qué me dices siempre la verdad. ¿Por qué no me mientes? Tus verdades no me hacen daño. Tu presencia me provoca mariposas en el estómago y un "hola" tuyo me alegra el día. Te juro que cuando me miras mi mundo se paraliza y ¿sabes lo que quiero? Besarte. Y olvidarme del mundo y de todo. Quiero que nos queramos. No entiendo como eres capaz de aguantarme. Soy una quejica, una borde, una celosa, y una maldita niña estúpida. Tengo mis manías y mis defectos y soy bastante acaparadora. No entiendo por qué te empeñas en resaltar mis virtudes, no entiendo por qué vas diciendo por ahí que soy la persona que más llegará a quererte en la vida. Pero al fin y al cabo, como ya dije, tú nunca mientes.

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