viernes, 24 de mayo de 2013

Como fotos del desván, llenas de polvo. (1)



He intentado tantas veces dejar la heroína, la cocaína, los vicios malos. He intentado dejar el alcohol, he intentado dejar los problemas apartados sin necesidad de recurrir a un cigarro que me alivie. He intentado no recurrir a nada, intentar solucionar las cosas por mi misma. No llorar ante los problemas, sino sonreír y poner buena cara.

Pero resulta que aquí la heroína, la cocaína, el alcohol, los cigarros y las lágrimas son sólo una persona: tú. Eres mi droga cuando te veo, cuando respiras, cuando me tocas y cuando me besas. Eres mi alcohol, que me hace olvidar el sentido del tiempo, me haces verlo todo desde una mejor perspectiva y me haces más fuerte, aunque en realidad soy más débil. Eres mi cigarro de cada mañana, de cada noche y a cada instante, eres la persona que me relaja cuando no hay nada que pueda pararme. Eres el que me ve a punto de explotar, me coges las manos, me miras a los ojos y acto seguidos subes hasta coger mi cuello y me besas. Y se para todo. El tiempo, el momento, el mundo, las personas. Se me para el corazón y el hasta la respiración. Me dejas ciega. Pero ciega por ti. Y eres mi llanto. Eres mis lágrimas porque ahí estás. Eres por quien lloro pero también por el que sonrío. Eres la persona que me hace sonreír cuando sólo necesito llorar. Eres quien sabe que estoy mal y se acerca a darme un abrazo y rompo después a llorar. Eres quien me seca las lágrimas, quien me dice que soy fuerte, quien me sube el autoestima y quien se pasa las noches a mi lado hasta que me duerma y deje de llorar. Eres perfecto: pero no lo ves. Eres con la única persona que quiero pasar el resto de mis días.

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