lunes, 20 de mayo de 2013

A su justo galope.

Las cosas han cambiado: se ha subido la persiana, se han recogido los pañuelos del suelo y mi almohada ya no está mojada. Las botellas de tequila vacías ya tienen un sitio en el contenedor y de los cigarrillos que tanto éxtasis nos producían ya no queda nada. Pensarás que se nos ha quedado la habitación muy vacía. Como siempre. 
Hoy la cama está hecha, algo que ya no era costumbre. Respecto a tus cartas rotas, acumuladas en la papelera desde hace tiempo, hoy me he decidido llevarlas a la basura. Respecto a mi alma, bueno: ¿¡qué decir de mi alma!?, quizás se sienta perdida pero no por ello frustrada. De los sentimientos ni hablar, porque ya han vuelto a su sitio. No encajan en la misma posición, pero tras un par de maniobras han vuelto a tomar forma. De tu nombre ya no hay rastro en ninguno de los rincones de mi piel, en mis paredes ya no hay fotos y de tus besos... Bueno, de eso todavía queda, pero ya hay alguien que sobrepone los suyos. Aún tengo que decirte que me queda miedo, que me sobra miedo, que me asfixia el miedo.
Levantarte cada mañana sabiendo que por fin y de nuevo tienes a esa persona en la que confiar, a la que le cuentas tus problemas y no te da soluciones, pero te hace olvidarlos. Todo iba bien. Pero de repente tuviste que decirme que te marcharías, que pronto abandonarías este lugar y que lo que habría entre nosotros sería algo tan inmensamente vacío, como la distancia. No somos nada, no te conozco de no más de un par de meses, no eres nadie pero, no sabes lo triste que me pone saber que un cercano día, te irás. Y te empiezo a echar de menos y eso cambia mi humor por completo. Ya no busco soluciones, busco risas. Y me doy cuenta de que eres ese tipo de persona que para hacerme reír, no te tienes que esforzar. Y me va dando miedo. Miedo a enamorarme. De nuevo. Y a fallar.
Pero 'quien no arriesga no gana' y 'un buen marinero no se hizo en un mar tranquilo' o eso me decían cuando era pequeña; o eso me repito cada vez que ando en apuros. Es hora de coger las riendas de los caballos y empezar a galopar. Dejarme caer pero continuar andando. Al fin y al cabo, es como montar en bicicleta. Si no sigues pedaleando, te caerás una y otra vez.
Hoy, te escribo a ti, después de tanto tiempo cerrada en un mismo tema: en una misma persona. Hoy quiero intentarlo, y quiero vivir. Hoy, quiero dejar de tener miedo. Quiero volver a querer.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
;