Y sé que lo he dicho veces, y lo he escrito otras cientas, pero es que hoy sí marco un antes y un después en mi vida, hoy se pasa de negro a blanco y de quiero a puedo y lo hago y todo lo que conlleva. Que si lo he escrito miles de veces será porque siempre he llegado a la misma conclusión. Y es que hoy me siento con todas las ganas de comerme el mundo, de explotarlo todo y saltar al inmenso vacío, de que se me quemen las yemas de los dedos y no sentir ni un poco de frío.
Y es que al fin y al cabo es siempre la misma historia, intentarlo, caerse y levantarse hasta conseguirlo. Y ya está bien de ir siempre con una débil sonrisa, con dos fracasos a la espalda y miles de miedos en cada zancada. Que si hay que aprender a volar yo no voy a hacerlo desde la copa de un árbol, sino que lo haré desde la cima más alta. Que ya me da igual escribir bien o mal, pasarme a pensar o a sentir. Que escriban lo que quieran los dedos porque es que voy a explotar. Que nunca me sentí tan bien después de que algo fallara tantísimo.
Abuelo, hermano, amigos, lo juro. Lo juro por los cigarros, por las noches en vela y por las cicatrices. No habrá ni una más. Que se acabó. Me da igual que haya golpes, que haya días malos, voces, gritos, miedos, que mis planes se deshagan o que alguien intente hundirme. Voy a salir adelante y ¿sabéis cómo? Con una puta sonrisa, con miles de risas y de desafíos al mundo. La música me acompaña, los libros me necesitan y tengo los pies en la tierra: un sueño por cumplir, unos amigos contados, y ganas de comerse el mundo.
Y no hay más. Así soy yo.
Aunque normalmente diría que quizá mañana cambie de opinión.
Pero es que esta vez estoy decidida.
Hoy marco un antes y un después.
Un aquí y ahora.
Un para siempre y hasta nunca.
Un que le follen a los problemas.
No quiero ser otra que no sea yo.
Y nadie lo va a impedir.
¿Bailamos?
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