sábado, 23 de noviembre de 2013

(De estas cosas que escribes y nunca publicas, pero te las encuentras al cabo de los meses)

Dejarse llevar sigue sonando demasiado bien pero nada. No hay manera de olvidar todo lo que está pasando y centrarse únicamente en lo que quiera venir, sin mirar atrás, sin darle vueltas a esos casos perdidos sin solución. Buscando el mapa de un tesoro que ni siquiera sabes con certeza si existe o no. Perdido en medio del mar sin tener un motivo por el que querer volver a pisar tierra: así es como me siento. Quizá tan solo basta con ser yo y dejar que el tiempo pase, que sea lo que es destino quiera que sea. Pero es que yo no estoy hecha para esperar. Yo no puedo sentarme de brazos cruzados viendo como hablas de otras y dices que ojalá ellas contigo. No puedo ver como te vas, desapareces del mapa hasta quien sabe cuando y te dejo ir. ¡No quiero! Quiero volver a mirarte a los ojos y que se pare el tiempo, quiero que sonrías cuando hago cualquier tontería. Quiero que no te olvides de darme las buenas noches aunque no hayamos estado hablando y que me hables sin motivo simplemente porque quieres. Quiero que cuando caminemos no se rocen nuestras manos y las acariciemos de vez en cuando, si no que quiero que vayamos juntos de la mano y convirtamos el mundo en nuestro. Qué mas dá lo demás. Pero tampoco quiero enamorarme.

Querido diario, queridas divinas, querido mundo. Quizás debería aprender de las olas. Que vienen con todo lo que tienen, se rompen y se van. Quizás debería poner las cartas sobre la mesa, arriesgar. Pero tengo miedo tanto de ser rechazada como de sentir un vacío al no soñar con dormir con nadie.

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