lunes, 10 de febrero de 2014

¿Te quedarías?

El tiempo pasa, y no me hace falta nadie ni nada que me demuestre que las personas, los daños, todo eso también pasa. Está muy bien que la cicatriz de esa primera persona por fin cierre, por fin desaparezca esa llaga y todas las demás que la adornan en la piel. Pero a veces me acojana el lado malo de todas las cosas. Que sí, que todo el mundo se va, que no estaremos junto a alguien para siempre. Que esos cuentos ya sé que no existen. Pero supongamos que optamos por una doble victoria, un quédate que no quiero saber del tiempo. O un no te vayas, que me da frío.

Supongamos que puedes quedarte para siempre, que puedes curarme toda la vida. Que puedes imaginarnos dando soluciones al mundo que si todo aquello estuviera colgando de estas sucias manos. ¿Te quedarías?

Ahora bien, si bien tú puedes quedarte también lo hará tu recuerdo. Es decir, que cuando te vayas -porque no quedará otra opción; porque nada dura para siempre - no quedara sino algo más que tu recuerdo.

Me quedaré con los libros que no dejan de hablar de tus manos, con el negro de tus ojos como el cielo en pleno invierno. Con tus consejos, con tus tristezas, con la mía - y permitanme la osadía- pero también la del mundo entero. Porque todo el mundo estará triste al ver que te has ido sin dejar ni rastro, ni un poco de esperanza.

Quiero decir que, me quedaré vacía. Por que qué serán esos ojos sin vida, o esas manos sin ti. O qué será de mí si un día me faltas.

No te vayas.

Tanto tengo que tengo miedo. Miedo al sentir - o al sin ti -. Al adiós que no es un 'hasta luego'. Ni siquiera al adiós.

Hay días muy fuertes, tan solo tú sabes entenderlo. Y aunque dices que hay mejores, que todo termina, que la distancia es una puta que me tiene dicho que no compita con ella, no me imagino una vida sin ti. Que lo que yo necesito es fuerza e inestabilidad, y eso solo puedes dármelo tú.

"Tu eres la indiferencia y yo soy la ira. Mucha ira es mala. Mucha indiferencia también. Pero cuando ira e indiferencia se combinan todo se equilibra"

Y lo que más me mata es la manía de echarte las culpas, de decir que todo ha sido por un mal movimiento. Que todo esto es una partida de ajedrez, donde tú me colocas como reina permitiéndome cualquier movimiento y eso acojona. 

Es increíble como puedes llegar a necesitar tanto a alguien, de tal manera que se te pare el pecho cada vez que recuerdas todo lo que han hecho por ti y lo poco que lo mereces. Es increíble que todavía quede gente así. Y yo con mis manías de perderlo todo, de querer tirarlo por la borda en un solo movimiento y así me va. Con este miedo de perderte, de que me dejes aunque nunca te hayas ido. De perderme entre cafés y cervezas donde no puedo dejar de hablarte, de mirarte, de agradecerte internamente todo lo que haces sin pedir nada a cambio. Y te limitas a repetirme, una y otra vez como una cría que todavía no tiene claro su nombre -porque así es como me siento ante tu presencia- que no me preocupe, que tú serás mi pilar, mi fuerza, mi tranquilidad, mi almohada, (mis días, mis noches, mis insomnios, mis ganas de huir y mis ganas de quedarme).

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
;