La ciudad de
Piltover, capital del reino de Zaun, llevaba ya demasiado tiempo siendo atacado
por asesinos cuyo principal objetivo era mantener a los ciudadanos presos en
sus casas trabajando para ellos. A aquel sistema lo hacían llamar libertad.
Impedían el robo pero ellos eran los primeros que le robaban a los ciudadanos.
Implantaban la igualdad pero las mujeres estaban hechas para dar hijos y
limpiarles la ropa, no podían salir a la calle y los hombres de bajo nivel
social tan solo tenían lugar en las minas, donde más tarde serían explotados
cuando no fueran de más utilidad. Aún quedaban ciudadanos, nobles también
aunque no asesinos, que transitaban por las calles espectadores del silencio
infernal que se apoderaba de Piltover.
Cada aldeano se ocupaba de una tarea
específica gracias a los poderes que se le habían otorgado según su
descendencia de los Dioses. Unos trabajaban gracias al poder mágico, otros a su
gran habilidad con los cuchillos o las armas de fuego y otros a su ingenio.
Luxanna, nacida en el seno de la
prestigiosa familia Crownguard, estaba destinada a hacer grandes cosas. Era
hija única y había disfrutado de una educación superior y de las suntuosas
fiestas que acostumbraban a celebrar las familias ilustres como las suyas, las
cuales no eran víctimas de los asesinos. A medida que fue creciendo, empezó a
demostrar que tenía un don especial: sabía hacer trucos para hacer que la gente
creyera que había visto cosas que no existían. Era capaz de pasar desapercibida
por delante de los demás. De alguna manera, descubrió que podía anular los
hechizos mágicos de aquellas personas que dominasen el mismo tipo de magia, tan
solo después de ver una vez cómo los lanzaban. La joven lo consideraba un don
único, algo que podía aprovechar y utilizar para hacer el bien.
Fue entonces cuando conoció a Janna.
Era una de esas hechiceras que sobrevivía como podía en las calles ya que los
asesinos habían matado a sus padres cuando ella tenía cinco años. La vida era
dura y peligrosa para una chica joven y bella, así que tuvo que sobrevivir a
base de ingenio y de robar cuando éste no era suficiente. Descubrió que tenía
afinidad con un tipo concreto de magia: la elemental del aire, por lo que era
descendencia de Eolo. No tenía nada que llevarse a la boca hasta el día que,
intentando robar un trozo de pan en el mercado de Piltover, Lux decidió acerse
cargo de ella. Ambas dominaban el poder mágico así que comenzaron a enseñarse
la una a la otra todo cuanto sabían.
La rabía que contenían era algo
común. Luxanna consideraba que lo que estaba ocurriendo en su ciudad natal era
algo desastroso, lleno de desigualdad y de pánico. Nadie podía salir a la calle
sin saber si volvería vivo o no a casa. Por otro lado, estaba Janna, que tenía
un odio inmenso hacia los asesinos y la mayoría de nobles que no se daban
cuenta de la situación de aquella ciudad o eran tan cobardes de no hacer nada
al respecto. Sin embargo, Lux era todo lo que contrario a lo que Janna creía
que sería. Era una chica rica, guapa y delicada, pero tenía suficientes
agallas. Planearon luchar contra los asesinos, comenzar una revolución, hacer
algo por tal de impedir más asesinatos.
Pasaron semanas buscando cómo
derrotar a los asesinos, compartiéndo técnicas mágicas, mejorando sus poderes,
incluso fabricando pociones para aumentar la fortaleza gracias a una amiga de
Luxanna. Ella era Caitlyn, quien más tarde se unió a ellas. Cuando tenía
catorce años, asaltaron y robaron a su padre al volver a casa. Se escapó por la
noche con el rifle de su padre y siguió el rastro de los ladrones desde la
escena del crimen. Al principio, sus padres intentaron disuadirla de que
siguiese con esas aficiones tan arriesgadas, pero ella era incorregible.
Deseando proteger a su hija del único modo que conocía, la madre de Caitlyn
empezó a llenarla de artefactos diseñados a la medida de sus necesidades
detectivescas además de enseñarle remedios naturales para proteger su salud.
Tenían bastantes puntos a su favor:
una buena bandolera como Cait, medicinas por parte de la misma, Janna que podía
adivinar los movimientos de los asesinos y modificar el clima y Luxanna, que
podía anular los movimientos de los mismos. Tan solo les harían falta unos
mapas de Piltover para controlar en qué zona se encontraría cada uno de ellos y
algunos guerreros que pudieran enfrentarse a ellos cuerpo a cuerpo. Eso no era
problema para gente de alta sociedad: Lux, de nuevo, tenía contactos.
Ezreal estudió durante muchísimos
años el poder mágico, tanto que acabó aburriendolo. A la edad de ocho años,
este superdotado ya había trazado los mapas de los túneles subterráneos de todo
Piltover. No solo los había diseñado sino que había viajado por ellos, teniendo
la suerte de encontrarse un talismán de asombroso poder: si se concentraba, era
capaz de teletransportarse. El que descubrió tal poder fue Jayce, quien había
pasado parte de su vida encerrado en un laboratorio, construyendo un martillo
de mercurio. Su único sueño siempre había sido ofrecer la paz a su tierra
natal, y sabía que algún día lograría hacerlo. Por otro lado, también pidieron
ayuda a Jinx, quien poseía una gran sabiduría criminal. Creció en las afueras
sin ley de Piltover y aprendió a robar y a timar para sobrevivir. Robaba y
desmontaba dispositivos por lo que se convirtió en una maestra técnica. Cuando
tenía seis años, un grupo de criminales se fijó en la joven delincuente y la
tomaron bajo su protección. Cuando Jinx tenía once años, se había convertido en
una cómplice experimentada y entusiasta en cada golpe. La actitud de Jinx
cambió cuando en un asalto a una mina se complicó: tenía que elegir entre huir
con sus compañeros o intentar salvar a los inocentes mineros de un túnel
derribado. Jinx decidió hacer de heroína. Mientras buscaba un modo de liberar a
los mineros de los escombros, descubrió un equipo de minería estropeado.
Improvisando, le arrancó los enormes puños y los modificó para fabricarse unos
guanteletes tecnológicos. Se puso las pesadas armas en sus pequeñas manos y
estiró el brazo para lanzar un puñetazo potente a los escombros. La fuerza del
golpe destrozó la roca, poniendo a salvo a los trabajadores. Tras ese
contratiempo, Jinx cortó sus relaciones con sus compañeros. Volvió a una vida
de crimen en solitario pero sólo robaba a otros criminales y con el dinero que
ganaba, iba mejorando los guanteletes tecnológicos que se había instalado, de
forma que cada vez le era más fácil dar un golpe.
Ahora Luxanna, Janna, Caitlyn,
Ezreal, Jayce y Jinx serían los seis miembros de la Escuela de los Campeones.
Así se hacían llamar. Estaban preparados para seguir reclutando a quienes
quisieran luchar por la justicia de Piltover. Querían en su Escuela a todos
aquellos que estuvieran dispuestos a luchar con el fin de recuperar el honor
perdido de sus seres queridos.
El primer paso para poner fin a
aquella pesadilla, era concienciar a los ciudadanos de que ellos le salvarían.
Iban de casa en casa, disimuladamente, informando a cada uno de ellos. Si los
asesinos se enteraban, el plan fallaría.
Durante mayo rodearían todos los
alrededores de Piltover con unos cables configurados por Jinx, dejando a salvo
el Palacete, donde vivían todos los nobles. El primer día de junio, antes de
amanecer, todos los ciudadanos deberían estar a las afuera de Piltover sin nada
en las manos: lo iban a perder todo, pero si el plan funcionaba recuperarían la
libertad. Todos los asesinos quedarían
dentro del campo rodeado por los cables, de manera que en el momento en el que
el sol se mostrase, Jinx los activaría. Tan solo hizo falta comenzar a disparar
con el rifle de Caitlyn y provocar una lluvia por parte de Janna, para que la
atención de los asesinos se despertase. Cada vez que uno de ellos se acercaba a
un cable, sufría una electrocutación. A unos los dejaba ya muertos y a otros
tan solo los dejaba insconscientes, pero como remedio a ese inconveniente ya
estaba Jayce con su martillo de mercurio.
El pánico cundía en el Palacete, y
la mayor parte de los asesinos quedaron atrapados por miedo. Otros salieron,
pero murieron igualmente a causa de los cables. Al cabo de tres días de guerra,
Janna cesó la lluvia e hizo salir el sol. Jinx desactivó los cables y tanto los
ciudadanos como la Escuela de Campeones se introdujeron en los túneles
subterráneos, que conectaban las afueras de Piltover con el Palacete.
Una vez en el palacete, ciudadanos
con espadas en mano, otros con cuchillos y otros con rifles, comenzaron una
terrible guerra. Todo aquel que intentara tocarles acababa siendo destruido.
Algunos nobles se unian y otros se refugiaban en sus casas. Hijos de nobles se
oían llorar, pero inmediatamente se les dejaba de escuchar por el sonido de las
balas.
Tuvieron graves problemas, pues un
asesino le cortó la pierna a Luxanna provocándole una gran hemorragia. Las
medicinas de Caitlyn no eran útiles, por lo que Jinx tuvo que improvisar una
pierna ortopedica para Lux. Ezreal tenía varios cortes en su cuerpo y el
martillo de mercurio de Jayce estaba casi destrozado. Pero esto no supuso
ningún problema para que la guerra fuera abandonada.
Al cabo de dos semanas y media, el
sonido del rifle y los gritos habían cesado. No quedaban más de doscientos
cincuenta ciudadados vivos y cerca de unos cincuenta y dos nobles. Había tenido
lugar una revolución en la capital de Zaun, y se estaba extendiendo al llegar a
los oidos del resto de ciudades. Parecía
que salvar a Piltover no iba a ser la única meta de la Escuela de los
Campeones, pues pronto estaban dispuestos a lograr la libertad para todo el
reino.
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