domingo, 16 de noviembre de 2014

Por si vuelves

Le puse tu nombre a ese precipicio, y les propuse a cada una de las esquinas el intento de parecerse a ti. Le dije al sol que brillara más en sus días más secos, y al suelo que fuese más firme, como tú cuando te enfadabas. Al vértigo le dije que le quería, y entonces me empujaba como cayendo de veinte mil pisos que, me parecieron todas tus risas. Me colgué por si acaso el tiempo me había enseñado algo de culturismo. Entonces vino la brisa, como tus suspiros en el espejo, como tu aliento en mi nuca, y en vez de hacerme perder el equilibrio, me empujó contra las rocas, clavándoseme éstas en el corazón, haciendote permanente. Y la verdad, hubiera preferido destrozarme todos los huesos a quedarme aquí, mientras llueve - o lloras-, o llega el otoño - y te desnudas en otro cuarto-, o cualquier otra cosa que no me hubiese hecho ponerle tu nombre a las veintiseis brechas de mi cuerpo.

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