viernes, 5 de septiembre de 2014

Quinientos cuarenta y ocho

Hoy le he visto. Han pasado 81 días desde que no lo hacía, 548 desde que te pedí que te fueses, 775 desde que te lo di todo, y alrededor de 1460 días desde que te empecé a querer; pero ya no lo hago, ya no te quiero.
Es solo que hoy te he visto, he mirado para otro lado. Sé que tú me has visto, y sé que has mirado para otro lado. Me apuesto los cordones a que te has quedado pensando -qué guapa está, cómo ha cambiado, me pregunto cómo le irá todo...- en todo el tiempo que ha pasado desde la última vez que hablamos.
Yo lo he hecho. He vuelto a casa sin contar los portales, sin contar los pasos ni los perros, sin escuchar lo que sonaba en los auriculares. La verdad es que te escuchaba a ti: "quién va a llegar igual o mejor que tú? Nadie. No digas tonterias"
A lo mejor era verdad. Nunca llegué a preguntarte de nuevo.
He pensado en mis trece años, en las conversaciones telefónicas, en tu costumbre por decir palabras que no conocía nadie, o en tu voz, que tenía ese formato artístico que tanto me gusta de la gente. Quinientos cuarenta y ocho días sin escuchar tu voz.
No te echo de menos. No te quiero. Es tan solo que... Es irónico. Los para siempre no existen, y desde ti, todo el mundo se ha ido muy rápido. Para qué mentir, has sido la persona que más tiempo se ha quedado a mi lado.
Hoy recuerdo todas las veces que me rendí, todos los consejos que me hacen ser quien soy hoy. Recuerdo todas las veces que caí y también el orgullo y la satisfacción de cuando pude creer, a ciencia cierta, que quien la sigue la consigue.
Era demasiado dolor, lo siento. Demasiado tiempo. No iba a ningún lado.
Me alegro de que hayas cumplido tu sueño. Vaya, ciclista profesional con tan solo diecisiete años. Te lo has ganado: sé que has luchado porque tú eras quien me daba las fuerzas para hacerlo.
He olvidado, o para ser sincera, me cuesta recordar tus fechas. Tu día, tu cumpleaños... Noviembre, verdad? Nuestro día. Se me ha olvidado tu voz. De tu colonia siempre me acuerdo, porque no he conocido otro olor más dulce. Tampoco he vuelto a recorrer las calles que me llevan a tu casa, ni he vuelto a escabullirme para pensar en aquel río donde hicimos eso de quemar lo que nunca nos habíamos dicho, para que así, "el dolor no se quedase tan dentro". En nuestro banco... tampoco me he vuelto a sentar. Pero no es que me duela, es solo que... no lo sé, está mejor así...
Que extraño, y qué reconfortante, volverte a escribir. Hacertelo a ti es sentir que las palabras salen solas. No hace falta pensar si esto queda mejor, o peor... Si esto mejor me lo ahorro. Contigo todo salía solo, y no hacía falta planear nada.
A decir verdad, si echo de menos algo de aquellos tiempos: a mí.
Mucha suerte, mucha fuerza y mucho ánimo... desde algún trozo de corazón de una vieja amiga.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
;