domingo, 13 de abril de 2014

Tercero de abril

Solía cerrar los ojos e imaginar estar donde quería estar. Soñar que algún día escapábamos juntos al pasado que nos ha mantenido carceleros durante tantos años, de la incertidumbre y de la ciudad para refugiarnos en orgasmos que llevan,  por mi parte, todas las letras de tu nombre.
Pero todo este tiempo he pensado que si quieres algo solo tienes que luchar por conseguirlo, hasta el final y por encima de todos los obstáculos. Sin embargo ahora no me quedan fuerzas; las gasté en otra ocasión, quizás.
No sé cómo se lucha cuando no tienes a nadie. Y cuando digo a nadie es que no tienes a nadie a quien contarle nada, porque en aquellas hostias perdiste hasta los temas de conversación.
Que yo no era así, que e l pavo se ha ido con las ganas de reírse, y ahora no dan señales de vida.
Y me dicen que es porque cuando algo te duele demasiado no te salen las lágrimas, ni los gestos, ni cualquier otra indicación que muestre dolor. Te limitas a sentir cómo late tu pecho, a sentir como respiras.

Por eso ya no sueño, porque no hay ningún lugar en el que quiera estar.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
;