viernes, 10 de enero de 2014

Un suicidio por ti

No lo sé.
No me preguntes porque
no lo sé.
Tampoco me atrevo a contarle
a nadie sobre el acantilado
de tu cuello, no quiero enamorarme.
Enamorarme de tus ganas de quedarte
sin que nadie te lo pida,
de tus ganas de quererme,
sin que me lo merezca.
De tus ganas de marcar mi número
y no atreverte nunca a pulsarlo
Y las mías de quedarme embobada
con el mensaje de voz de tu buzón.
Con el mensaje de tu voz, -siempre es tu voz.


Y es que no ha habido nadie más.
Pero tengo la costumbre de enamorarme,
o quizá de perder la cabeza,
mezclarme entre precipicios
por un tú sin mi y un yo sin ti
cuando me vuelvo loca y no somos.
Pero el problema es que eres,
y yo sigo con mis manías,
de atrasar el despertador siete minutos,
como los lunares de tu espalda,
para ver si vuelvo a verte una vez más.
Sigo con mis manías,
de llamarte a todo el mundo,
de romper servilletas
como cuando me ponías nerviosa.

Ojalá pudiera coger un tren,
o bien hacia tu acantilado
para saltar al vacío y que no nos
importe lo demás.
O bien para ir a donde estés, aunque
creo que más o menos es lo mismo.
Un suicidio continuo
(un suicidio por ti)

Que no es que no quiera estar contigo,
es que no me imagino no estándolo.

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