jueves, 12 de septiembre de 2013

12s

¿Para qué engañarme más, si sigo estando hecha pedazos por más que gire la cabeza a los problemas?
Estoy triste, muy triste, para qué negarlo. Pero prefiero no llamar la atención. Prefiero no escribirle a nadie y dedicarme unos últimos versos a mí misma ya que a lo mejor esto de aquí dentro se calma un poco. Ayer volví a tener noticias suyas, hace semanas tuve noticias de otras personas, y cada día mi vida cambia por completo al par que se repite la misma desafortunada rutina. Estoy cansada de siempre la misma historia. Me duele estar siempre rodeada de problemas, ya sea en la familia, en el instituto, o en las relaciones. Es horrible saber que has pasado cerca de cuatro años dándolo todo por una persona, decidir cerrar las puertas; dejar que entre aire por las ventanas y continuar tu vida, como si nada. Pero de repente vuelve. Y al cabo de los meses - que no hablo de dos ni tres, sino de casi un año- se convierta en una especie de odio a causa del asco, del rencor, de la rabia... A veces llegan personas a tu vida que te dejan cicatrices, que sí, que son solo marcas, pero ahí está el quiz de la cuestión. Que esas marcas son para toda la vida. Parece que fue ayer cuando te despertabas ilusionada sabiendo que por la tarde le verías o que por la noche hablaríais, cuando que te tocara en el mismo grupo de clase era la mayor suerte de tu vida y tomabas como destino la casualidad de llevar la camiseta del mismo color. Su olor, la forma en la que atendía a la pizarra, incluso la forma de  colocarse la camiseta, te la habías aprendido de memoria: te encantaba. Sus problemas eran tu perdición. ¿Recuerdas la de veces que le has dicho a todo el mundo que como alguien se atreviera a tocarle le ibas a partir la cara? Parecías su madre. Después de mucho tiempo llegaron los besos, los abrazos,  y más allá. Los planes de futuro que se perdieron, se quemaron, o qué se yo. Si hacía algo mal te culpabas a ti misma, solo querías no perderle, mantenerle toda tu vida, porque ese es el tiempo que querías estar junto a él. Le ayudaste a conseguir sus metas, llegó a cumplir sus sueños gracias a las miles de charlas que le diste hasta las tantas de la madrugada y por fin reunió valor, y protegió su sueño. - "Si tienes un sueño, tienes que protegerlo" le decías siempre -. Pero al final pareciste estar equivocada. Aquellas conversaciones en las que te juraba que no llegaria nadie mejor que tú se quedaron en el Whatsapp. Al final resultó siendo todo lo contrario y justamente te enteras de la verdad al cabo de los años, volviendo a golpearte todo el cúmulo de noticias. Los 'te quiero' que te decía a ti, los sustituía por 'esta niña es tonta' para sus amigos. 'La tengo en la palma de la mano', 'puedo hacer con ella lo que quiera'. Y es cierto, decías la verdad.
A fin de cuentas me alegro. Me alegro de que hayas sido en error más en el camino. Aprendí que las cosas no son como las pintan ni siquiera aquellos en los que más confías. Lo mejor es ser distante con todo el mundo, no esperar nada de nadie y evitar encariñarte de las personas. Si alguien me quiere, luchará por mí, ¿no es eso cierto?. Quizá te perdí a ti - o me perdiste - y me quedé con el orgullo que había entre medias.
El mundo se me cae cada día un poco más. Vuelven los estudios - por fin algo a lo que aferrarme para dejar de pensar -, los problemas en casa también. Decir adiós a un hermano que pronto marchará a hacer su vida...
Pero bueno, en esta vida todo es un continuo adiós.
Y si me preguntáis que como estoy ahora, tan solo podré quedarme callada. Para que mentir. No estoy pasando mi mejor momento. No encuentro ningún apoyo porque sinceramente no son problemas con solución. Tan solo me apetece tumbarme en la cama y llorar muy fuerte, o buscar algún sitio -que jamás encontraré a este paso- para poder gritar muy fuerte. Tal vez solo me haga falta lograr conciliar el sueño por las noches sin pensar ni una vez en ti. Dejar de decir que te he olvidado y que ya no dueles nada cuando no haces más que aparecer por mi cabeza, día sí, día también. Y es que esto es un continuo infierno. Una pesadilla de la que parece que jamás podré escapar.
Hay algo de lo que estoy segura, y es de no dejar que nada ni nadie me cambie. Lo mejor será no confiar en nadie a partir de hoy, ya que he aprendido que todos, absolutamente todos te la acaban clavando. Sonreír en público y volver a romperse los nudillos a solas. Que vuelvan las cicatrices si eso lo sana todo. No quiero a nadie en mi vida. Quiero estar sola si sola todo estará bien.

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