Qué suerte que exista la anestesia.
Pero bueno, dicen que si no duele quema es que no lo estás haciendo bien.
Así que, valiente de ti, dejas que te masajeen el cuerpo antes de que cojan un martillo enorme y comiencen a derrumbar todos y cada uno de los cimientos que esa mentira ha construído. Se tiene miedo, todos tenemos miedo: a ilusionarnos, a obsesionarnos, a confundir sentimientos, a que nos utilicen, a querer de más, a que nos quieran de menos... Hay miedos para todos los gustos. Y allí, guardada bajo llave por su poca abundancia, está la esperanza, la reina de corazones protegida por todas sus cartas andantes, diciéndote que, debajo de todas esas capas obsesionadas con cortar la cabeza, hay alguien que tiene miedo de estar solo. O sola.
Que al fin y al cabo, tanto buenos como malos vivimos en el mismo escenario y buscamos el mismo tesoro: alguien con quien compartir, alguien que al derribar esos cimientos te provoque un nudo en la garganta, o un escozor en el estómago, un aumento de presión sanguínea o una contractura de párpados por insomnio... Y que nada de todo eso se parezca al miedo.
1 comentarios:
Que bonito.<3
Publicar un comentario