miércoles, 31 de diciembre de 2014

De Carlos Gómez

No tienes ni idea de lo bonito que puede ser,
llegar a echarte de menos.
Pero eso queda muy lejos;
todavía.

Aprender conmigo, sin un nosotros,
a oler tu ropa,
tender tus miedos;
a gritar tu nombre;
a tenerme lejos.

Sentir tu vacío llenando el mío;
y mi cuerpo en silencio,
como un patio de luces.
Escuchar el eco entrar por mi ventana;
repitiéndome tu nombre;
una y otra vez.
Ven.

Estamos muy cerca,
de querernos a lo lejos.
Donde se encuentran las nubes,
y se abren tormentas.
Allí donde se atrapan los sueños,
y vuelan las promesas.

¿Dónde quedas?
¿Dónde hemos quedado?
Yo de ti;
Tú de mí.

De nuestros cuerpos.

Grítame dónde has ido;
o dime dónde me has dejado.
Agarra fuerte tu brazo,
obligándole a odiarme.

Porque no tienes ni idea
de lo bonito que puede ser,
llegar a echarte de menos.
Quererte un poco más; 
y más.
A deshoras.
Sentirme allí,
a lo lejos,
o escribirte esto.

Porque no valen palabras
—escritas o por escribir—
en estos momentos.

Por si acaso
si se te ocurre volver, grita.

Tengo la ventana abierta.

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